domingo, febrero 12, 2006

Demos un abrazo, no un balazo

Aquella noche en la que brillaba
fuertemente una estrella
anunciando la llegada del Rey de reyes,
subió un estruendo al cielo
haciendo que la misma se apagara.
Y cuando una pequeña criatura
salió al patio a ver que ocurría
bajó el estruendo
y cegó su aliento de vida.
Desde entonces, dos luceros,
no han vuelto a brillar
y las voces de esta islita,
con lágrimas de dolor,
se escucha que gritan:
Cambiemos las balas por abrazos,
Que ni un tiro suba al cielo
para luego bajar a tierra
a apagar inocentes vidas.
(29 Dic. 2005)

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