Tomé el carboncillo
para ponerme a
pintarte y protestó.
He intentado explicarle,
con voz entre cortada,
lo importante del proyecto.
Continuó reacio.
Alcé el pincel
y sollozó.
Bajando una lágrima,
se negó: ¡Impaciente!
Lo dejé caer,
pidiendo perdón.
Tomé la espátula,
abrí mi corazón
y con trazos de sangre,
pinté: llorando,
pidiendo perdón.
Pues es imposible
pintar tu corazón
(Dedicado a la obra del mismo título del artista plástico ponceño Moisés Castillo)
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