Tiempo 1
Magda puso de fondo una
canción de Ednita Nazario mientras preparaba el arroz con pollo y las
habichuelas guisadas con bolitas de plátano que tanto le gustaban. Aunque, por
las fechas festivas, lo ideal era el lechón asado y el arroz con gandules, el
pollo y las habichuelas sería el platillo perfecto para el reencuentro con
Chuito. El secreto de las habichuelas no eran las bolitas. Era el sofrito que
ella misma hacia con la receta de su mamá. Ese sofrito era como una pócima
mágica de amor como las que hacían las brujas de Guayama antes de ser tierra de
dioses. Unas hojas de reca’o y unos dientes de ajo eran la combinación ideal.
El secreto para unas bolitas de plátano perfectas era echarlas justo cuando
comenzaba a hervir las habichuelas y antes de echarle la salsa de tomate.
Ednita cantaba a to’
galillo “si el volviera que haría yo, si jamás logre arrancármelo” y Magda se
engalillaba igual (o casi igual) (o nada de que ver con la voz de Ednita, sino
de esas voces baratas de noche de Karaoke). Movía las manos como actriz de
teatro comunal. Se había pintado los labios y mientras cantaba pasaba su lengua
por los dientes delanteros para quitarse las manchas del labial que le quedaban
de tanta mueca (o ella pensaba que le quedaban esas manchas, pero realmente era
una manía mala que había adquirido de las veces que José le decía lo mal que se
veían las mujeres pintadas). Pero, esta cena de año nuevo la hacia sentir más
mujer que nunca. Esa mujer que José nunca la hizo sentir. Esa mujer libre de
prejuicios propios por la edad o por las arrugas o por las tetas caídas o por
su vulva estirada. Nada de eso le importaba con Chuito o con cualquier hombre
del futuro, porque ella estaba dispuesta a vivir muchos años más, como su
abuela Celsa María que murió a los 118 años, y esos años extras los viviría
apasionadamente.
Tocaron a la puerta y ella
se tomó su tiempo en abrir. No quería verse desesperada, aunque a su edad ya
nada era rápido porque los huesos no lo permitían. Cuando llegó frente a la
puerta se arregló la blusa y se abrió los dos botones de arriba para dejar
escapar parte de sus tetas.
Chuito se la comió con un
beso apasionado, mientras que Ednita cantaba “como antes, cuando fuimos dos
amigos, dos amantes”.
Tiempo 2
El
arbolito de navidad decoraba el comedor. No lo había puesto desde aquellas
navidades después del huracán Fiona. Para qué lo hubiese hecho si la
electricidad hubiese jodido las bombillitas de colores, y nunca las volvió a
poner hasta hoy, porque no le daba su puta gana de pagarle a LUMA los 25
dólares que habían añadido a la factura de la electricidad para solventar una
deuda que ella no había creado. Ella y el pueblo sabían que se los habían
robado los populares y los penepés, pero, también sabían que el pueblo estaba
secuestrado por politiqueros que se llenaban los bolsillos y por gringos que,
cada día, se adueñaban más de lo poco que quedaba del país. Solo quedaba protestar
o aguantarse y esa noche ella no quería pensar en esas pendejadas y, como
protesta a ella misma y a su vida anterior, había decidido montar el arbolito y
prenderlo.
Magda
sirvió la comida y platicaron de los últimos acontecimientos ocurridos. Ambos
coincidieron que si morían ese mismo día sería la muerte más hermosa que hayan
tenido dos amantes. Chuito le agarró las manos y las besó.
Ella
se levantó y fue a la cocina a traer el postre. Un vaso de arroz con leche y
unas galletas de cajetas. La receta se la había copiado a un amigo mexicano que
vendía comida en un camión en Tampa. Lo había visitado y se había enamorado de
aquellos sabores que, aunque no eran típicamente puertorriqueños, si eran
riquísimos.
“Otro
día te preparo unos tamales de yuca que aprendí a hacer con él”, le dijo a
Chuito, “son yuca majada con pollo envueltos en una hoja de la mazorca de maíz
y cocinados al vapor”. Chuito solo pensaba en envolverla a ella con sus manos y
comérsela en medio de la calentura y el sudor de las sábanas.
El
postre lo deleitaron con una música de fondo en la voz de Chayanne. “y si nos
quedara poco tiempo… si mañana acaban nuestros días”, cantaban con pasión
mirándose a los ojos con picardía. Justo cuando Magda susurraba para ella misma
con los ojos cerrados “y si no pudiera hacerte más el amor” sintió los brazos
de Chuito alrededor de su cintura y sus besos recorrer su pecho mientas que
ella se ahogaba en un suspiro.
Tiempo 3
Él sabia lo que a ella le gustaba, así que no terminó
y la hizo esperar un rato más. Hablaron de las navidades pasadas. De cuando
eran niños y buscaban los regalos de Santa Cló o los Reyes bajo el arbolito.
Compartieron anécdotas graciosas como aquella donde él, cuando vivía con su
mamá en el caserío, había pedido un carrito de control remoto, pero se le cayó
el mismo día desde el tercer piso. O aquella muñeca que la mamá de ella le
había cocido a manos y se la había dejado debajo de la cama. Rieron. Lloraron.
Se emocionaron.
Chuito
se acerca un poco más a ella y estirando la agarra el cordial. Esa bebida
ligera que entona el estómago después de una cena. Se lo lleva a la boca y da
un trago largo para mojarse la garganta. Luego le pasa la lengua a Magda por
sus tetas y sigue bajando hasta el ombligo. Ella no pone resistencia, se deja
llevar al ritmo de la canción de Bad Bunny y Drake.
Él la
tira sobre la mesa, ya limpia de trastes y dispuesta a servir de cama, y se
pone sobre ella. Se mueve lentamente hasta llenarla completa. Ella se pierde en
un mundo de sensaciones, como aquella primera vez hace poco más de seis semanas,
y los recuerdos de una noche de pasión la hacen sonreír de placer. Se oye en el
fondo “te toco y hasta el mundo deja de girar; a nosotros ni la muerte nos va a
separar” en la voz del conejo malo.
La
agarra de la cintura y la voltea. Le deja caer toda la leche caliente sobre la
espalda hasta bajar por las caderas huesudas por la edad, pero que siguen
dándole ese cuerpo perfecto de la mujer que había sido en su juventud. El la
besa, nuevamente, con pasión mientras se escucha un “dile que tu eres mía” y
ella asienta con una mirada de amor que nunca antes había experimentado.
_____________
#gnomosuenodeunanochedeverano
#gnomoliterario
No hay comentarios.:
Publicar un comentario